Y deja que, el mar, me lleve en su furioso vaivén.
Deja que, mi alma, fluya en la divina resaca pues
, nada más anhelo que, en sus aguas puras y cristalinas,
adentrarme y dejar que mi alma se lleve.
Deja que mi alma fluya en la divina resaca pues nada más anhelo que adentrarme en sus aguas puras y cristalinas y dejar que se lleve mi alma.
Pues la vida nada ofrece pero todo exige mas, las fuerzas, se extinguen y el ánimo decae.
Sólo oyendo tu rugir, tu romper, tu enfado, el ocaso de tus olas, me siento en mi hogar.
Aquel que nunca encontré; aquel que nunca sentí.
Aquel que hoy ahoga mi alma entre lágrimas inútiles. Porque a ningún lugar pertenezco.
Pues por mucho que luches, a veces, descubres que no todo esfuerzo vale la pena. Que quizá por dar todo de tí, te perdiste en el camino.
Y ,quizá, sólo quizá, sea ese mi destino, no encontrarme.
Porque a nadie pertenezco excepto al mar.
A ese que me ve llorar,
al que me ve florecer, al que,
al verme aparecer, de paz me inunda
, mis sentidos empapa y, mi alma,
envuelta en penumbra,
se resigna a aceptar la realidad absurda;
la realidad ingrata que pone fin a mis anhelos.
Nada es lo que parece
nada ahoga tus sentidos mas espera,
espera en la arena y verás indecididos
los brotes de espuma empaparte,
obnuvilando tus sentidos y
al que me ve florecer, al que,
al verme aparecer, de paz me inunda
, mis sentidos empapa y, mi alma,
envuelta en penumbra,
se resigna a aceptar la realidad absurda;
la realidad ingrata que pone fin a mis anhelos.
Nada es lo que parece
nada ahoga tus sentidos mas espera,
espera en la arena y verás indecididos
los brotes de espuma empaparte,
obnuvilando tus sentidos y