22 de julio de 2015

Un nuevo comienzo

    Es curioso el modo en que, en ocasiones, la vida, nos hace tomar caminos que, un tiempo atrás, jamás habríamos imaginado.

    Es curioso el hecho de que, a veces, uno nunca sabe verdaderamente lo fuerte que puede ser, hasta que esa es la única opción que le queda; echar mano a una fortaleza que se creía perdida, para luchar por algo que es más importante que uno mismo. 

    No soy una persona decidida; no soy de tomar decisiones a lo loco, es más, cuando las decisiones que puedo tomar afectan a los demás, tardo mucho en tomarlas, las medito, las maduro y, finalmente, las tomo. Aún así, nunca se está al cien por cien seguro de que, la decisión tomada, sea la adecuada, porque, sea la que sea, siempre hay alguien que sale lastimado.

    Pero esta vez es diferente. Esta vez he tomado la determinación de decidir. Decidir YO. Y, por fin, asumir las consecuencias de mis propias decisiones y no responder  de las equivocaciones de los demás. 

    Tengo derecho a equivocarme, tengo derecho a ser feliz, y, si esto último no es posible, al menos, tengo derecho a vivir una vida tranquila
; una vida dedicada a lo que más quiero en este mundo que son mis hijos.

    No soy perfecta, tampoco lo pretendo. Tengo defectos, quizás demasiados, pero, haciendo un repaso exhaustivo de mi vida, creo que ha llegado un momento en el que, para bien o para mal, he decidido parar. Apearme del tren en que hace años subí y tomar una dirección diferente. No sé si esa dirección va destinada a una vida mejor o no, pero al menos será la vida que yo haya  escogido. Lo que viva, será consecuencia de las decisiones que yo tome, de los problemas que se presenten y la salida que yo les busque. Porque ha llegado el momento de reencontrarme conmigo misma. Con esa Patricia que, un día, sin darse cuenta, la vida se comió y cuya misión era  vivir sólo para los demás, para solucionar los problemas de otros, y que se fue olvidando de sí misma, hasta el punto de desaparecer.               

    Ahora quiero volver a ser yo, la Patricia independiente, valiente y decidida que un día fuí. Una Patricia que está dispuesta a todo por ver feliz a sus hijos, pero que también, aunque sea en un segundo plano, está dispuesta a encontrar el camino que la haga feliz. 

    No sé qué me espera tras esa puerta que acabo de abrir, sólo sé que estoy dispuesta a enfrentar lo que venga; que tengo ganas de luchar, de pelear, de vivir. No me puedo permitir flaquear ni una sola vez, porque hay dos personitas que me necesitan entera, serena, tranquila. Ellos son mi motor, los que me hacen seguir cuando me abandonan las fuerzas, cuando la esperanza se apaga. Los miro y pienso que, el hecho de tenerlos, ya es el mejor regalo que la vida me haya podido dar.  Venirse abajo está terminantemente prohibido.

   Lo mejor de todo, saber que en este nuevo comienzo no estoy sola. Una vez más, mi familia está conmigo; mis padres, como siempre, incondicionalmente, mi hermano y mis amigas. Sin ellos todo sería mucho más complicado, pero siempre están ahí, con la palabra justa o el abrazo oportuno y, por ello, también me siento afortunada.


    Así que aquí estoy, en el punto de salida, iniciando un camino con un final inimaginable, inesperado, pero que, aunque me está resultando difícil, estoy dispuesta a recorrer sin ningún tipo de venda en los ojos.