18 de enero de 2011

Lucha por la Vida



Siento el temblor de tus manos,
en la fría incertidumbre.
La enfermedad amenaza de nuevo,
con apagar tu camino.
Agárrate fuerte a la vida
y lucha aún cuando fallen las fuerzas,
pues nuestras manos amigas,
sujetarán firmes las riendas.
Coge mi mano y agárrate fuerte
y también otras que, cercanas, ahuyentas,
con duras palabras hirientes,
pues todas ellas son tuyas,
pues todas ellas te quieren.
Todas van a un mismo son
y es el son de la vida.
Y contigo lucharemos,
como firmes aliadas.
No desesperes amiga,
has ganado, ya, batallas.
No decaigas en este momento,
en que tanto te necesitan.
Pequeños ojos atentos,
vigilan a tu alrededor,
atentos a cada gesto
y a cada guiño de dolor.
No cierres bajo llave el alma
y déjala respirar.
Enséñale el sol que aún brilla
y calienta tu despertar.
Despierta a la vida plena
con tesón y lucha feroz,
pues aquel que lucha a tu lado,
está desbordando amor.
Agarra ese amor a tu mano
y camina junto a él.
Aférrate fuerte a su abrazo
y lucha por la vida sin cuartel.
P.S.

2 de enero de 2011

La Magia de un Libro



Me encanta coger un libro en las manos. Observo sus pastas, me fijo en la imagen de la sobrecubierta y, por fin, lo abro y me dejo llevar, desde el minuto cero, por una historia de suspense, de amor, policíaca, de terror o de realismo.

Comienzo la lectura, me voy empapando de cada palabra, entretejiendo la historia, dejándome absorver por ella y, durante un rato, me olvido del mundo real; vivo el libro, me identifico con aspectos de los personajes incluso, a veces, me identifico con un personaje en concreto; siento su alegría, su desolación, sus ganas de luchar y, mientras el libro se adueña de mí, no existe nada más.

Por eso me gusta leer en momentos de calma total, cuando los niños duermen o están fuera, para que nada altere mi entrada en un mundo, en el que todo es posible.

Uno de los libros que ha marcado mi infancia fue "Mujercitas", de Louisse May Alcott. Me consoló muchas noches de mi infancia, enseñándome el calor que había en la familia protagonista y que me prometí que algún día plasmaría en la mía propia. Y uno de los momentos más felices, en lo que a lectura se refiere, lo viví cuando publicaron la edición de lujo, en la que recopilaban las dos partes de la historia.

He de reconocer, que tengo predilección por las novelas de misterio y suspense, no lo voy a negar. De hecho, el libro que ahora tengo en mis manos, es de Patricia Cornwell: "Scarpetta". Me encanta Anne Perry, Mary Higgins Clark, Sthephen King y de otros géneros, Danielle Steel, Terenci Moix, Antonio Gala, en fin, podría estar hablando eternamente de mis escritores favoritos.

Uno de los momentos más difíciles que he atravesado recientemente, tuvo lugar hace unos meses cuando, por necesidad, me tuve que deshacer de "mis hijos adoptivos": casi 300 libros que había ido atesorando desde mi más tierna infancia. Tuve que venderlos para que, la vida real, pudiera seguir su curso. Pero, el mismo día en que los entregué, me prometí a mí misma que, algún día, los recuperaría.

Para mí un libro es algo más que un montón de páginas numeradas; el libro cobra vida a medida que lo voy leyendo, me envuelve, me traslada a maravillosos parajes o al más odiado de los infiernos y cuando, al terminarlo, me siento un poquito triste, se debe a que me ha gustado tanto que me da pena que se termine. Diréis que soy un pelín infantil, pero así es.

Lo cierto es que un libro es como la vida misma: tiene un principio y un fin.