26 de septiembre de 2010

Sobreviviré?

La mañana me sorprende, un día más, enfrascada en pensamientos encontrados.
Soy una persona, a la que siempre le ha gustado valerse por sí misma y no depender de nadie. A veces, cuando no pido ayuda, no es por orgullo, es por no molestar a nadie, porque considero que todo lo uno pueda hacer por sí mismo, en cualquier aspecto de la vida, es un enriquecimiento personal. Siempre he sido y pensado así.

No soporto la lástima ni la condescendencia; Cuando doy, doy sin pedir nada a cambio, nunca he sabido pedir. Siempre estoy dispuesta a ayudar a la gente que quiero.

Pero, últimamente, soy yo la que necesita que la ayuden. Soy yo la que, al final, me he dado cuenta, gracias a esta situación que me desborda, que por fín tengo amistades verdaderas, de esas que están a las duras y a las maduras y por eso doy las gracias a todos. A pesar de los malos momentos que estoy pasando, no sólo económicamente, sino a nivel personal, mis amigos se han propuesto hacerme el camino más fácil, más llevadero, y con su apoyo incondicional, demostrándome su aprecio y que me quieren, lo están consiguiendo. Sólo espero poder corresponderles en igual medida si ellos me necesitan a mí. Pues tengo claro, que los quiero en mi vida para siempre.

A pesar de esto, en estos últimos días, una persona que, hasta ahora, había sido un pilar básico y fundamental para mí, está haciendo que se resquebrajen algunos de mis cimientos. Me está ayudando, pero no sé si consciente o inconscientemente, al mismo tiempo, me está haciendo muchísimo daño. Intenta responsabilizarme de su estado, cuando hace mucho tiempo que, por su cobardía, se encuentra en esa situación, quizá un poco más acuciada (eso no lo discuto) por mis problemas.

La quiero mucho, pero poco a poco estoy empezando a crear, por voluntad propia, una distancia con ella, para evitar que me siga haciendo daño. No concibo que, la persona que me dio la vida, haga lo que está haciendo, con conocimiento de causa; quiero pensar que se debe a su estado nervioso, pero como a pesar de ello, me daña.... intento mantener las distancias. Por cada palada de arena, echa dos de cal, y, según estoy yo, no puedo con ésto. Además, estoy harta de tener que cargar con responsabilidades y culpas que no son mías, bastante tengo con las que sí lo son. Con las mías, me basto y me sobro.

Así que, si ya de por sí, esta etapa de mi vida se me hace muy cuesta arriba, hay factores que además se empeñan en llenar de peso mi mochila y estoy con un embotellamiento mental, que no me deja pensar con claridad. No sé qué hacer, porque si hago una cosa es mala, y si hago otra será mala también, así que ando un poco perdida y por eso, este rincón, mi rincón está un poquillo abandonado últimamente. Pero supongo que, como dice la canción, SOBREVIVIRÉ.


7 de septiembre de 2010

Miedo


Miedo a no saber.
Miedo del propio miedo.
Vacío mi interior y
me siento estremecer.
Vidas paralelas añoro,
vidas que nunca serán mías,
más si mías las imagino,
quizá renazca de mis cenizas.
Turbios despertares me aguardan,
faltos de cariño, amor y, sin embargo,
plagados de incomprensión.
Y, así, deliro entre el temor;
los negros augurios me ahogan;
un pequeño amanecer quisiera surgir,
mas el miedo a perder lo oculta.
Y me siento tiritar de frío,
y tirito de soledad,
soledad ante la viuda culpa,
y soledad en mi temeridad.
Arrepentirse de nada sirve;
llorar es una pérdida de tiempo
mas, en ocasiones, un gran alivio.

Pero ni eso me sirve ya;
la angustia me devora,
como las llamas la madera.
¡Cómo luchar cuando faltan las fuerzas!
¡Como pelear si me faltan las ganas y
la extenuación de mí se apodera!.


2 de septiembre de 2010

Para Tí, Sue.

Hace poco tiempo que he tenido el gusto de conocerte, y, sin duda, has marcado mi vida para siempre. La has marcado porque eres un ejemplo de superación ante la adversidad, tan grande, que dudo mucho que, cada persona que te haya podido conocer, no te admire.

Tienes la sabiduría de una anciana, a pesar de tus 33 años; la sensibilidad de un bebé, para captar el dolor ajeno y la capacidad inagotable de comprensión y entrega a los demás.

Y, desde mi rinconcito te quiero brindar un homenaje, con mi escueta entrada. Porque, como ya te he dicho en otros lugares, tu lucha es incesante e incansable; porque sacas las uñas contra los designios del destino cuando no te son favorables; porque te enfrentas a ellos, como una leona; porque te conmueven los problemas de otros como si de los tuyos se tratasen.

Tan sólo quiero decirte algo, Sue, GRACIAS, gracias por dejarme compartir un trocito de .