26 de junio de 2010

Desilusiones


Decidme a quién me encomiendo,
cuando el demonio me ronda.
Ruje mi interior,
como juntos mil infiernos.
¿Acaso sólo recibo
desencantos y misterios?.
La vida, a veces, me agota,
fulminando mi quietud.
La simpleza de las mentes,
desbarata mis criterios.
¿Acaso no merezco
descanso y serenidad?
Repetir más lo mismo, no puedo.
Permitir más desilusión, no quiero.
Quisiera que mi cabeza, mi corazón controlara
para liberar mi alma,
de la pena que hoy me embarga.
Pena por la decepción,
que una vez más me visita.
Pena por la desazón,
que a mi espíritu acompaña.
Y cada vez que recuerdo
los momentos que buenos creía,
me siento estafada y dolida,
pues no dudo haber sido engañada.
¿Todo ocurre porque ha de ser
o todo es porque destinado está?

15 de junio de 2010

¡Ya Somos Mayores!.



Así se despedían esta mañana un grupo de pequeñitos, de cinco años, en su fiesta de graduación. Una fiesta en la que he tenido la inmensa suerte de poder participar, y formar parte de un evento que tanto ha significado para mi hijo.
Obviamente, no publico su foto, porque es un menor, pero si me gustaría contaros como su carita rebosaba felicidad, porque hoy se sentía un niño muy importante y feliz.
Como no podía ser de otra forma, cantaron una canción, con pompones en la mano, sobre todos los colores. A él le tocaba decir la frase "gris la lluvia cuando va a llover", pero su cara distaba mucho de ser gris, irradiaba alegría y emoción.
Posteriormente tenía que decir en pocas palabras, lo que había aprendido a lo largo de sus tres años en Educación Infantil, y como un manojo de nervios, y previo suspiro, recitó con claridad: "he aprendido canciones, poesías casi mil, adivinanzas y números, a jugar y a reír". Nunca me he sentido más orgullosa de algo, ni tan feliz. Era mi hijo, mi chiquitín, que hace tres años, lloraba a mares cada vez que tenía que entrar en el colegio, porque quería que su madre entrara con él. Aquel casi bebé, que de pronto, creció y hoy le decía cantando a su tutora "Adiós, ya somos mayores".
El acontecimiento fue emotivo, no podía ser de otra manera, pero tuve el gusto de sorprender a su profesora dedicándole unas palabras en nombre de las madres de sus alumnos. Palabras que tuve el honor de escribir, y de recitar a pesar de los nervios, pues parecía yo la que se graduaba. Quería hacerlo bien, porque, si bien mi hijo, hoy deseaba que me sintiera orgullosa de él, yo esperaba lo mismo. Pues él fue el primer sorprendido de ver que su madre, de repente, irrumpía en el escenario y se ponía a hablar.
Su profesora, a la que sin duda echaremos de menos, se emocionó y, en ese momento, todas nos sentimos orgullosas de haberla conocido, y haberla tenido como maestra. Es un ser especial, sin duda, que ha trabajado duramente, pues nuestro grupo no ha sido nada fácil de llevar.
Mi hijo parecía un adulto, con ese birrete, y aquella banda con el emblema de su colegio. Estaba orgulloso porque había reunido en su honor a sus cuatro abuelos y a una tía postiza, que es como una segunda madre para mí. El tiempo pasa pronto, y hoy me he dado cuenta de que estos tres años han pasado a la velocidad de la luz. Que mi niño se hace mayorcito y que, dentro de nada será quién me diga: "Mamá, ya soy mayor."

8 de junio de 2010

Dicen



Dicen que puedo ser
todo lo que quiera ser.
Dicen que puedo tener,
todo lo que quiera tener.
Dicen que no me canse,
que le pida más a la vida,
pero, ¿quién les dice a ellos
que lo que tengo es bastante?
No soy de grandes afanes,
lujos ni vanidades.
La pureza de un alma me colma
La verdad de un espíritu me satisface.
Pobres gentes que tan sólo
ansían bienes terrenales.
¡Ay de aquellos que necesitan
riquezas y oropeles
para alimentar su ego,
de tanto decir se olvidan,
que quienes deben escuchar
SON ELLOS!.

1 de junio de 2010

Pequeño Gran Hombrecito

Un curso más se termina y observo, diariamente, como tus pequeñas y regordetas piernecitas se estiran y se moldean; como tu redonda carita se afina y se alarga; como me sorprendes, constantemente, con tus palabras.
Se me hace difícil recordar que, hace nada, apenas emitías algún sonido y ahora me echas cada sermón, cargado de ese razonamiento infantil, que me deja sin habla en alguna que otra ocasión.
Te observo mientras duermes y me pregunto, cuántas cosas pululan por tu linda cabecita, porque, aunque hablas mucho, dices poco y, en ocasiones, eso me preocupa. Me preocupa no poder llegar a tu interior,; me inquieta no poder acallar tus preocupaciones, que para , ahora, son las más graves e importantes del mundo. A veces tengo que ejercer de auténtica psicóloga, inventando juegos o trucos, para hacerte echar fuera aquello que te inquieta.
Pero, ¡eres tan especial!.¡Me has enseñado tanto!. A veces me siento culpable de no poder dedicarte tanto tiempo como, sin duda, mereces. De hecho, constantemente me reprochas que no jugamos tanto juntos, pero, algún día, entenderás las cosas, a medida que crezcas. Entenderás que no estás desatendido ni falto de cariño, sino todo lo contrario. Entenderás que te adoro más que a nada en este mundo, que daría mi vida por la tuya, estoy segura de que así será.
Entretanto, seguiré intentando dar al máximo y pedir lo mínimo. Seguiré viéndote crecer mientras te ayudo a aprender una poesía para el día de tu graduación; mientras te enseño a leer o a trocear con el cuchillo, mientras te digo: "esto esta bien, esto está mal"; mientras te estrecho entre mis brazos y mientras te digo que te quiero al acostarte.
Eres mi primer hijo y tan único y especial como el segundo. A ninguno quiero más y, en mi corazón, estáis grabados a fuego desde el día que os pensé, desde el día que os soñé; unidos por un nexo que ni todos los males del mundo nos podrán quitar. Pero a , hoy, quiero dedicarte esta entrada, pues hoy necesitaba expresar mi amor por y cómo lamento, en ocasiones, el inexorable paso del tiempo.
Te amo pequeñín.