26 de enero de 2010

Momentos

Hay momentos en la vida en que uno se siente solo, aún
teniendo mucha gente alrededor. A veces, la melancolía nos inunda y no podemos traspasar sus fronteras porque sentimos que, en esta vida, sólo venimos a dar. A veces, damos tanto que hasta nos olvidamos de nosotros mismos.

El problema viene cuando no sientes que eres correspondido en la entrega; cuando siento tú quien necesita apoyo, ayuda, una frase de aliento, un suspiro de ánimo, todos están demasiado preocupados con sus propios problemas y pensando en lo que de necesitan, pero no en lo que tú puedas necesitar de ellos.

Creo que todos, en algún momento de nuestra vida, necesitamos un hombro en el que apoyarnos, en el que llorar, en el que redescubrir nuestras fuerzas. Pero ¿qué ocurre cuando ves que ese hombro que tanto esperas no está?. ¿qué pasa cuando no encuentras los hombros a los que tú tanto consuelas?.

Es entonces cuando me invade la soledad de que os hablo; a veces, sólo a veces, siento que tengo una carga demasiado difícil de llevar sobre mi espalda, y que no tengo quién me ayude a aligerarla. Siento que hay demasiada gente que me pide, que me exige y nadie que me dé. Y así, voy luchando día a día, con mis problemas y con los problemas que los demás quieren hacer míos, y así transcurre un día tras otro.

A veces, por muy optimista que uno intente ser, no hay sitio sino para el desaliento. A veces, sólo a veces, desearía pegar un puñetazo sobre la mesa y decir : "¡BASTA!. YO TAMBIÉN ESTOY AQUÍ!". A veces, sólo a veces, desearía, tan sólo por un momento, pensar en mí misma, nada más; pasarme un día entero relajando mi mente, sin pensar en nada, pero, al parecer, no tengo derecho a ello.

Yo empujo a todos; a mí no me empuja nadie. Sólo espero que no se me acabe la fuerza, las ganas de salir adelante, el deseo de luchar por ser mejor persona, porque, ese día, mi mundo se vendrá abajo.

20 de enero de 2010

Optimista? Sí, Gracias



Hoy, no sé muy bien la razón y no me voy a molestar en encontrarla, estoy de muy buen humor. Es uno de esos días en que, sin saber por qué, me siento optimista (cosa realmente extraña en mí) y tengo que confesaros, que, ayer me dormí con una sonrisa en los labios.


Parece que el abandonar el tabaco, a pesar de los nervios y de algún kilito de más, me está sentando muy bien.


Ayer, no hice nada especial, más bien tuve una tarde de locos, porque mis enanos, decidieron convertir el salón en un ring de boxeo y ¿adivináis quién hacía de árbitro en las peleas? Exacto, yo. No podía estar sentada ni cinco segundos porque a la mínima se estaban encabritando el uno con el otro...Así que, en realidad, estaba exhausta.


Pero, al acostarme, me tomé un momento para pensar y reflexionar sobre mi vida. y llegué a una conclusión verdaderamente importante: SOY AFORTUNADA. A pesar de que, como todos los demás, tengo problemas, si me paro a pensar en todo lo que nos rodea, viendo los desastres como los acontecidos recientemente en Haití, viendo simplemente a mucha gente que hay a mi alrededor, soy MUY AFORTUNADA, os diré por qué.


Tengo un techo que me cobija y que, sin ostentaciones, porque nunca he tenido dinero para ellas ( jajajajaj) me gusta porque lo tengo gracias al esfuerzo. No me falta comida que llevarme a la boca, mi marido me hace feliz y tengo dos hijos fantásticos, que, con sus pequeños achuchones y sustos, son fuertes y sanos y me hacen sentir necesitada y querida. Tengo amigos que me quieren y me apoyan, tanto los cercanos, como mis niñas boleras y blogueras, y tengo salud para disfrutar de todo ello. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? ¿Tengo derecho a pedir más? ¿qué más necesito?. NADA. Creo que, con todo lo que os acabo de relatar, soy una de las personas "más ricas" de este mundo. Así que, desde hoy, prometo intentar ser más positiva. Intentar mantener el optimismo con el que hoy me he levantado y aprender de esas otras personas que con muchos y más graves problemas que los míos, se enfrentan a la vida con tesón y valor. Y ante todo, voy a intentar vivir mi día a día, sin pensar en lo que pueda suceder mañana.

13 de enero de 2010

La Ansiedad, el Tabaco y Yo.

¡Hola a todos!.
Hoy entro en mi rinconcito, para haceros saber cómo me siento después de tres días sin probar el tabaco : MUY HISTÉRICA Y MUY IDIOTA. Os lo explicaré:

En primer lugar me siento muy HISTÉRICA por los síntomas que, algunos de vosotros ya conocéis por haber abandonado el mal hábito de fumar: la ansiedad, el nerviosismo, las ganas de subirte por una pared. La verdad es que lo estoy pasando bastante mal.

¿Que por qué me siento IDIOTA ?, Porque ya había pasado por esto una vez, y aún así recaí. El pasado día 11 de enero (mi primer día sin tabaco) se habrían cumplido mis seis años de ex-fumadora, de no ser, porque en abril del pasado año, tomé la estúpida decisión de volver a fumar. ¿Qué excusa me puse para hacerlo? Los nervios que, la cantidad de problemas que se nos empezaron a acumular en aquella época, me provocaron.

Llevaba cinco años enteros sin fumar. Lo había dejado al enterarme de que estaba embarazada de mi hijo mayor, y, aunque ya lo había intentado en otras ocasiones, con resultado fallido, en aquella ocasión sabía que no sería así, porque lo hacía por beneficiar a alguien que me importaba más que yo. Siempre pensé que cuando se acabara la lactancia volvería a fumar, pero aguanté "el mono" y no fue así; además como tenía claro que iba a tener más hijos pensé, "para qué volver si luego tengo que volver a pasar por todo esto". Así conseguí estar cinco años sin fumar.

Pero el pasado año, dejé que la vida me controlara a mí, en lugar de controlarla yo. No supe aguantar la gana, en un momento determinado y aquí estoy. nuevamente pasándolo fatal.
Sólo llevo tres días sin fumar, pero me parecen tres años. Como esta claro que yo misma no soy suficiente motivación para dejarlo intento pensar otras: ya no pienso que cuando mis hijos me dan un beso les huele a tabaco, no tengo que oír al mayor, cada vez que enciendo un cigarro decirme que no quiere que fume. (bueno, eso en la calle, porque en casa sólo hay un rincón donde se fuma, que es el balcón de la cocina y con la puerta cerrada a cal y canto). Pero no me siento bien. Estoy nerviosísima, grito, me cabreo, me desespero, pienso en que todo este malestar se acabaría si encendiera un cigarrillo, pero sé que no es así, porque luego, empezaría a pensar en que tengo fatal los bronquios, en que me ahogo, que si el cáncer, que si no veré crecer a mis hijos (porque ya en una ocasión me había dicho una neumóloga que no me iría nada bien con los bronquios si seguía fumando, porque me ahogaba mucho).

Pero ¿por qué no consigo quitarme esa maldita caja rectangular de la cabeza?. A veces pienso que necesitaría aquí a Mercedes Milá recordándome a cada segundo lo malo que es. Encima tengo la desventaja que todas las personas que me rodean fuman. Y las pocas que no lo hacen son a las que menos veo, por cuestiones de lejanía.

Como veis estoy en horas de bajón, y encima me siento aún peor porque me da por comer como una poseída: chocolates, kikos, todo lo que pille en la cocina.. No sé si seré capaz esta vez, se me está haciendo muy cuesta arriba. Pero siempre cabe pensar que "SIN INTENTO NO HAY FRACASO".

Un saludo limpio de humo para todos

7 de enero de 2010

El Triple Filtro de Sócrates



El otro día llegó a mi correo electrónico un e-mail, que me hizo reflexionar mucho sobre la importancia que, en demasiadas ocasiones, damos a las historias que sobre nuestros amigos nos vienen contando otros amigos. Y este "cuento de Sócrates" me hizo darme cuenta de que, muchas veces, tendríamos que filtrar de verdad todas esas historias y comentarios para no dejarnos llevar por malos entendidos y, me pareció tan cierto, que quiero compartirlo con vosotros:

Un buen día, un conocido se encontró con el filósofo Sócrates y le dijo: "¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?".

-"Espera un minuto. -replicó Sócrates- Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño examen: el del Triple Flitro".

-"¿Triple Filtro?" -preguntó el otro- "Correcto." -contestó Sócrates- "Antes de que hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, por eso lo llamo el EXAMEN DEL TRIPLE FILTRO; el primer filtro es el Filtro de la Verdad: ¿estás totalmente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

No...! -dijo el hombre- realmente sólo escuche sobre eso y...."

-"Bien -dijo Sócrates- ahora permíteme preguntarte por el segundo filtro: el Filtro de la Bondad: ¿es bueno lo que vas a decirme de mi amigo?"

-"No, por el contrario......."

-"Bien, entonces deseas decirme algo malo de él, pero no estás seguro de que sea cierto; pero aún podría querer escucharlo, ya que queda un tercer filtro: el Filtro de la Utilidad. Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

-"No, la verdad es que no"

-"Bien -concluyó Sócrates"- Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no me es útil.... ¿para qué iba yo a querer saberlo?.