30 de diciembre de 2009

La Tristeza y la Furia




En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar o, quizás, donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta..

En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas.

Había una vez un estanque maravilloso.

Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...

Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse, haciéndose mutua compañía, la Tristeza y la Furia.
Las dos se quitaron sus vestimentas y, desnudas, las dos entraron al estanque.
La Furia, apurada (como siempre está la Furia), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún, salió del agua...

Pero la Furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la Tristeza.

Y así, vestida de Tristeza, la Furia se fue.
Muy calma y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la Tristeza terminó su baño y, sin ningún apuro (o, mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla se encontró con que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la Tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la Furia.

Cuentan que, desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la Furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia, que vemos es sólo un disfraz y que, detrás del disfraz de Furia, en realidad, está escondida la Tristeza.

25 de diciembre de 2009

La Verdadera Amistad


No todas las personas tenemos el mismo concepto de la amistad. Algunos tienen un concepto muy amplio: amigos de copas, amigos del trabajo, amigos de hobbies; no es mi caso. Mi concepto de amistad se podría englobar, entre otras, en una frase muy célebre:
"Un amigo es el que se queda cuando todos los demás se han ido"
y eso es totalmente cierto: los verdaderos amigos los descubres en los momentos difíciles de la vida.

No me avergüenza reconocer que, me he llevado sonoras decepciones en lo que a la amistad se refiere. Lo cierto es que tengo un problema, cuando tengo un amigo, considero que es un tesoro, alguien a quien mimar, querer, apoyar, animar, hacer reír, y ésto realmente es un problema cuando la otra persona no tiene la misma idea de amistad que tú y tardas en darte cuenta demasiado tiempo. Es más, no te das cuenta hasta que se olvida de que eras su amigo. Hubo una persona en cuestión, una compañera de instituto, que siempre estaba sola porque no tenía amigas, y , cuando la conocí no dudé ni un minuto en invitarla a salir con mi grupo de amigas; accedió encantada, y con el paso del tiempo se fraguó una amistad tan fuerte, al menos por mi parte, que la consideraba mi hermana del alma. Hasta que escogió, poco a poco, a otro tipo de gente más acorde con su posición económica, con su forma de vestir, y con unas ideas un poco locas de lo que hay que hacer en la vida. Así pues, se olvidó de mí, porque yo no era tan moderna ni divertida.
Me dolió, me dolió mucho y con el pasar de los años nos reencontramos en la Facultad, y , como soy medio tonta, le dí otra oportunidad y ¿sabéis qué pasó? lo mismo de la vez anterior, pero el dolor era el doble de grande. Primero por la nueva decepción, y segundo porque me sentí como una idiota por volver a fiarme de esa persona.

Pero la vida te va formando; pasito a pasito vamos aprendiendo,
y nos vamos haciendo más cautos cuando hablamos de amistad.
No porque una gente la conozcas de toda la vida es más amiga que una persona a la que hayas conocido recientemente.
Hace apenas unos días, me he llevado el mayor susto de mi vida. Y cual fue mi sorpresa, que, mis amigos más recientes, eran de las personas más preocupadas por la salud de mi chiquitín que , incluso, gente de su propia familia. A todas esas personas quiero darles las GRACIAS, GRACIAS ETERNAS, porque no os imagináis el efecto que me han hecho vuestras frases leídas en el momento justo. Eso son auténticas amistades para mí: las que en momentos difíciles tienen un minuto para pensar en cómo estarás, en qué te estará ocurriendo.
Ellas saben perfectamente quienes son y no tengo que dar más explicaciones.
En cuanto a mí prefiero seguir siendo la amiga que soy con mis amigos: procuro estar si me necesitan, animarlos si están tristes, apoyarlos en momentos difíciles, dándoles toda la ayuda que les pueda prestar, aunque ello me suponga seguir llevando alguna decepción que otra. Prefiero ser la decepcionada a ser la que causa decepción.

11 de diciembre de 2009

Annus Horribilis

Ahora que llega la Navidad y con ella mi melancolía inexplicable por estas fechas, me he puesto a repasar todas las cosas que me han ocurrido a lo largo de este año, y que me han hecho la vida un poco cuesta arriba. La verdad, es que ha sido un año de preocupaciones, agobios, problemas económicos, más preocupaciones..... en definitiva ¡Horrible!
Todo empezó en el mes de Marzo, cuando mi marido, por un capricho de su jefe, se quedó sin empleo; por supuesto era un despido improcedente y el jefe así se lo reconocía, pero el susodicho, no sólo no quería pagarle las últimas nóminas de su trabajo, sino que tampoco quería pagarle la indemnización correspondiente porque, según él, no tenía dinero. Como se le dijo, los que no teníamos dinero éramos nosotros, que bastante teníamos con dos niños (uno bebé aún), la hipoteca, el coche, recibos, comida) y que no nos podíamos permitir el no cobrar. Al final, tuvimos que acabar denunciándolo, ya que si no, tampoco nos pagaría el Fondo de Garantía Salarial, así que encima de no tener un duro, lo poco que había hubo que dárselo a abogados, y parecía que aquello iba a durar una eternidad.
Para colmo de males, por esas fechas empezaron los problemas de salud de mis chiquitines. El mayor, que siempre padeció de la barriga, desde bebé, empezó a tener sangrados muy fuertes cada vez que iba al baño, y ahí empezó mi tremendo desasosiego, porque mis abuelos paternos murieron de cáncer de colon y de cáncer de estómago y, mi hijo, no parecía mejorar con los tratamientos que le daba el pediatra, así que me lo tuvieron que mandar al especialista en digestivo infantil. Los días que pasaron hasta que por fin nos vio me parecieron eternos; era un sin vivir pensando en la más remota posibilidad de que mi hijo hubiese heredado algo de las enfermedades de mis abuelos. El de digestivo tras examinarlo, me dijo que si con las pautas que me daba no mejoraba, me tendría que plantear hacerle una colonos copia...... PUFFFFF se me vino el mundo encima, pero gracias a dios mejoró. No es que esté bien del todo, porque cada dos por tres se queja pero está mucho mejor y los sangrados no se han vuelto a repetir.
Cuando acabamos con el mayor, empezó el pequeñín. Un día lo llevé al pediatra, porque se había pasado la noche con fiebre y echando las manos a los oídos y me dije: "otitis". Así fué, tenía una otitis bestial, pero lo gordo fue cuando me dijo el médico: "Ahora mismo está teniendo una Crisis Asmática.". "¿Perdone?"- le dije yo. "Pero si no es asmático." Pues eso, al parecer era lo de menos, tenía una crisis y si con lo que él le iba a hacer allí no mejoraba lo tendría que llevar por Urgencias al Hospital. Vamos, que os podéis imaginar el temblor de piernas que me dio: lo llevaba por una otitis y acababa en un Hospital?. Por suerte reaccionó a las medidas del pediatra y ahora los inhaladores son parte activa de mi familia....
A finales de primavera, mi marido empezó las gestiones para intentar entrar como socio en la Cooperativa donde llevaba años trabajando. Luchamos como posesos para que nos dieran el crédito necesario, que nos negaron en tropecientos mil bancos, hasta que dimos con uno que nos lo dio; el trabajo que costó encontrar un trailer que se ajustara a nuestro crédito......meses de búsqueda, de descartes, de decisiones.... Y cuando por fin lo tenemos todo, va su ex jefe y se dedica a recoger firmas de otros socios, con mentiras y embustes, para intentar impedir que entre. Mirad, fueron unos meses horribles, de angustia, llamadas de teléfono constantes de otros socios dándonos ánimos, que si ahora una Asamblea, que si presentamos recursos, puffffff el peor verano de mi vida.
Por fin, la justicia vio la luz y a día de hoy ya sólo nos quedan algunos trámites burocráticos para que todo empiece a funcionar. Pero mi marido siempre recordará este verano por el insomnio, los nervios, falta de apetito, malhumor, y claro, la que escribe tirando por el carro meses y meses y meses.
Y claro, a todo esto hay que sumarle mis dos operaciones. La de Junio, que me operé el hombro derecho por un problema degenerativo, que parece va remitiendo, pero que menudo susto me llevé cuando estaba en la sala de reanimación cuando siento decir: "le está bajando mucho el pulso y en la operación estaba bien....... Atropinaaaaa" Aquello parecía Hospital Central.La verdad que pasé bastantes dolores y fue un poco lento, pero bueno, el hombro no me cayó. Y luego, en septiembre, la que ya conocéis de las piernas.....que ¡cómo no! también tuvo su pequeña complicación: se me infectó el corte de la ingle y se me puso un hematoma y una inflamación que no podía ni aguantar el roce de la ropa.....vamos, para llorar.
Así que, para terminar y no aburriros más, sólo espero que el año que viene sea un poquito mejor. Ya no pido un ¡añazo! sino simplemente que pueda tener una vida un poco más tranquila y sin tantos sobresaltos y agobios como éste.
Saludos a todos y os prometo que mi próxima entrada será más alegre, pero hoy necesitaba desahogarme.
Gracias.


3 de diciembre de 2009

El Verdadero Valor del Anillo


Un joven concurrió a un sabio en busca de ayuda.

-"Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?"

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-"¡Cuánto lo siento muchacho; no puedo ayudarte, debo resolver primero mis propios problemas. Quizás después... Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y, después, tal vez te pueda ayudar".

-"Encantado Maestro"- titubeó el joven, pero sintió, otra vez, que era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

-"Bien". -asintió el maestro- Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de su mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: "Toma el caballo que está allí fuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas."

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes; éstos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Unos reían, otros volteaban la cara y sólo un viejecito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.

Después de ofrecer su joya -a más de 100 personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.

¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y su ayuda.

-"Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata , pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.

-"¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo!". Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas; vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
-"Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo!.

-"¿¿¿¿¿¿¿¿58 monedas?????? -exclamó el joven-.

-Sí, -replicó el joyero- sé, que con el tiempo, podríamos obtener por él cerca de 70 pero no sé, si es urgente.....

El joven corrió a casa de del maestro emocionado a contarle lo sucedido.

-"Siéntate- dijo el maestro después de escucharlo-.TU ERES COMO ESE ANILLO: una JOYA ÚNICA Y VALIOSA. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?"

Y diciendo esto, volvió a colocarse su anillo.

(Adaptación del cuento de Jorge Bucay)